(NVI).1 Tesalonicenses 4:7
En el cristianismo moderno encontramos todo tipo de respuestas a la pregunta ‘cuál es el llamado de Dios para nuestras vidas’.¿Servicio? ¿Evangelismo? ¿Misiones? ¿Cuál es la mejor respuesta? Si bien es cierto que todas las anteriores son válidas, rara vez alguien dice que Dios lo llamó a ser santo.
Sin embargo, 1 Tesalonicenses 4:7 asegura: “Dios no nos llamó a la impureza sino a la santidad” (NVI). Este llamado debe dirigir nuestros caminos hacia Dios y generar en nosotros un profundo agradecimiento por su misericordia y amor; Él en su gracia nos ha dado el privilegio de participar de su santidad.
En otras traducciones de las Escrituras (Reina Valera 60) leemos en este mismo pasaje: “porque la voluntad de Dios es vuestra santificación”; es decir, el Señor no solo nos llama a ser santos sino que desea que reflejemos su santidad. La voluntad de Dios es que cada día seamos más como Él, apartándonos del mundo y de sus placeres pasajeros (1 Juan 2:17); de esa forma podremos crecer a la imagen de su Hijo Jesucristo (Efesios 4:13).