La Creación, la Niña de los Ojos de Dios.
La metáfora que el autor usa aquí para describir la relación de la creación con Dios destaca que el creador hizo el cielo y la tierra motivado por el amor. Esta verdad provee la base para la comprensión de lo que Dios espera del ser humano en su relación con la creación. Que Dios creó al ser humano como su imagen y semejanza no significa que Dios le dio licencia para explotar la tierra indiscriminadamente. Significa, más bien, que Dios le confió la tarea de administrar amorosamente el mundo, respetando su " otredad " del mismo modo como el Creador, por amor, lo respeta a él, que está hecho del polvo de la tierra.
A quienes están familiarizados con la trayectoria del autor como historiador no les sorprenderá su tesis que la creación incluye tanto la naturaleza como la historia. Si la creación es "la niña de los ojos de Dios", la historia es el campo de acción de Dios. Este libro nos plantea el desafió a vivir el discipulado cristiano en términos del ejercicio amoroso de la mayordomía de la creación y de la búsqueda fiel del reino de Dios y su justicia en medio de los avatares de la historia.