Todo comenzó cuando el esposo de Joyce Meyer la reprendió por comerse una galleta con pedacitos de chocolate. Ambos estaban siguiendo una dieta, y en el momento en que él habló, Joyce se sintió culpable.
Este libro nos enseña que no fuimos formadas para la culpabilidad. Dios no quiere que estemos cargadas de culpa. De hecho, ¡Dios es el mejor organizador de fiestas! Utilizando historias de la Biblia, Joyce describe celebración tras celebración - todas ellas ordenas por Dios - y la forma en que aumentaban la capacidad de las personas para vivir vidas productivas y felices.