Este libro te ayudará a no dejar pasar un solo día sin tener (¡por lo menos!) un encuentro con el Salvador, para pedirle que su Espíritu siga moldeando tu vida.
CADA DÍA QUE PASA SIN ESTAR CARA A CARA CON NUESTRO PADRE, ES UN DÍA PERDIDO.
Vivimos en una sociedad en la que estar desconectado es la mayor desgracia que nos puede ocurrir. Cuando llegamos a un lugar, lo primero que solemos pedir es la clave wifi, porque tenemos verdadero pánico a no estar conectados con el exterior.
Muchos cristianos viven sufriendo un problema infinitamente mayor, y es estar desconectados de Dios, a pesar de asistir a su iglesia todas las semanas, sumergidos en docenas de actividades diferentes. Si no vivimos con Dios cada día de nuestra vida, perdemos la mayor aventura y despreciamos lo que realmente merece la pena; con lo que dejamos de ser nosotros mismos y, por supuesto, de transformar el mundo.