Prólogo
El Dr. V. Raymond Edman, un respetado misionero en Ecuador y también un excelente profesor y presidente de la Escuela Bíblica Wheaton en Illinois durante veinticinco años, solía decirles esta frase a los estudiantes de esa institución: “Renunciar jamás es una opción”. Esas cinco palabras son el tema de este libro. Empecé mi ministerio a mediados del siglo anterior, cuando Harry Truman era el presidente de Estados Unidos, el Senador Joseph McCarthy estaba investigando el Departamento de Estado y uno podía hacer un viaje de ida y vuelta de Nueva York a California por tan solo 88 dólares. Cuando estaba en el Seminario, en medio de mis responsabilidades educativas, desarrollaba cuatro ministerios de enseñanza semanalmente en la iglesia a la cual asistía. Era un pastor ocupado en medio de reuniones de comité, funerales, bodas y otras responsabilidades ministeriales, y hubo días en los cuales me sentí tentado a renunciar. Estuve a punto de desarrollar una úlcera durante nuestro programa de construcción del templo, pero seguí adelante. Nuestra amada congregación me apoyó, oró y se sacrificó: trabajamos todos juntos y el Señor nos bendijo.
Después de esto vinieron cuatro años como miembro de la junta JUCUM Internacional. Cada uno de los miembros de esta junta tenía dos o tres trabajos y un solo salario. Además, debíamos orar para que Dios proveyera los fondos para ese salario. ¡Pero esos fueron días de bendición! Yo viajaba constantemente y cuando no estaba viajando trabajaba en la oficina y en la casa. El Señor solucionaba un problema y surgían otros, pero jamás renunciábamos. Ted Engstrom se encargaba de cerrar la oficina y los miembros de la junta nos íbamos a una iglesia ubicada en los alrededores y pasábamos horas en alabanza y oración, y el Señor extendía su brazo y suplía nuestras necesidades. Aunque esos cuatro años fueron muy difíciles, mi esposa y yo no cambiaríamos ese tiempo por nada, ya que aprendimos lecciones de fe que fortalecieron nuestros músculos espirituales.
Nuestra siguiente labor fue en la iglesia Bautista Calvary en Covington, Kentucky, al sur de Cincinnati, pasando el río Ohio. Allí disfrutamos diez maravillosos años y lanzamos otro programa de construcción de un templo. Luego el Señor nos envió a la iglesia Moody en Chicago. Nuestro “ministerio oficial” de clausura fue en La Biblia Dice en Lincoln, Nebraska, que ha sido nuestro hogar desde 1982. Durante estos más de cincuenta y dos años de servicio, También he escrito, enseñando en iglesias, conferencias, programas de doctorado ministerial en diferentes escuelas bíblicas, y procurado con diligencia ser un buen ejemplo, un mentor y un motivador para generaciones más jóvenes. En más de una ocasión mi esposa me ha recordado que “renunciar jamás es una opción”.
Este libro habla de quince personajes bíblicos que se rehusaron a renunciar. Atravesaron diferentes situaciones, tenían dones y personalidades distintas y enfrentaron diversos retos; no obstante, prosiguieron su labor y terminaron la carrera triunfando. En mi tiempo personal de estudio bíblico, he procurado conocer mejor a estos personajes y descubrir los principios que motivaron su firmeza y su valiente resolución. En estos capítulos comparto lo que Dios me ha enseñado sobre este tema. Sé que todavía tengo mucho por aprender, pero la condición de la iglesia actual me convence de que necesitamos líderes cristianos que no renuncien. Es probable que usted sea aquel que Dios está buscando (lea Ezequiel 22:30).
Tanto usted como yo podemos ser animados y advertidos a través de las personas que Dios usó en el pasado. No se trata de “historia antigua”, porque el mundo de hoy no es en esencia absolutamente distinto al mundo en el que ellos vivieron. Ciertamente el escenario y la tecnología cambia de una década a la otra, pero el guión y los personajes siguen siendo muy similares. Además, el Dios inmutable continúa dirigiendo la obra. Como lo expreso Stuart Hamblen: “Lo que Dios ha hecho por otros, también lo puede hacer por usted”. ¡Confíe en Él!
Puedo estar equivocado, pero me parece que en la actualidad hay una urgente necesidad de encontrar más lideres piadosos en nuestras iglesias, escuelas y ministerios pro-eclesiales (organizaciones sin ánimo de lucro que apoyan la labor de la Iglesia). Necesitamos mujeres y hombres cristianos que hayan dedicado su tiempo y esfuerzo a ser entrenados por Dios y a ser equipados para liderar a Su Pueblo. La educación es importante pero, más que eso, ellos necesitan tener experiencia en las trincheras de la lucha espiritual; también necesitan madurez en la Palabra de Dios y en la oración, y capacidad para trabajar en forma efectiva con el pueblo de Dios para ayudarlos a dar la mejor de sí. Necesitamos personas que crean que renunciar jamás es una opción; ese es el mensaje de este libro.