El libro de Deuteronomio está muy cerca del corazón de las Escrituras. Viene a ser para el Antiguo testamento lo que Romanos es para el Nuevo. Trata muchos de los temas principales que aparecen en el resto de la Biblia. El material que hallamos en Deuteronomio vuelve a resurgir en los profetas, los Salmos y muchos otros pasajes.
El pueblo de Dios en el desierto escuchó los vibrantes mensajes de Moisés registrados en Deuteronomio de una forma muy vívida. Como ellos, nosotros tenemos que enfrentarnos a la realidad del Dios vivo, tal y como sostiene Chris Wright. Sólo entonces comprenderemos quién es él, sus actos, su propósito soberano en nuestra historia y su objetivo final, el de bendecir a todas las naciones de este mundo.
Lo importante, por consiguiente, no es cómo vivimos, sino para quién vivimos. Responder adecuadamente al amor de Dios y a su misericordia nos ofrece una dinámica que transforma vidas. Entonces el pueblo de Dios se convierte en un pueblo de embajadores al mundo que llevan y manifiestan un mensaje de esperanza, de nueva vida y de una salvación transformadora.