Prólogo
Quienes pensamos escribir sobre el ministerio entre mujeres musulmanas nos ponemos al borde de una gran inmensidad cuando finalmente decidimos hacerlo. Abordamos este tema con humildad al reconocer la actitud de reverencia hacia Dios de muchos musulmanes. El servicio sacrificial de generaciones de cristianos y la inmensa gracia de Dios para con el pueblo islámico. Queremos proseguir con el espíritu de Raymond Lull, Kenneth Cragg y J.Dudley Woodberry. Quienes han demostrado un amor profundo por el pueblo musulmán y por la belleza de sus culturas. También queremos seguir los pasos de Lilias Trotter, Mildred Cable y Maud Carey. Quienes se adentraron en el corazón del mundo musulmán (en el sur de Argelia en el desierto de Gobi y al interior de Marruecos) para compartir su deleite en Cristo con los hombres y mujeres de esta cultura. Queremos continuar con el pensamiento de Samuel Zwemer, Constance Padwick y Don McCurry, quienes usaron sus mentes y sus corazones para construir una perspectiva completa de los musulmanes, de los asuntos prioritarios y de las estrategias sistemáticas que servirían para desarrollar una mayordomía correcta en el trabajo con ellos.
Por último, queremos proseguir para hacer del gozo del Señor nuestra fortaleza. Justin, Daniel y Derek, hombres africanos que estudiaron en Regent College, han sido modelos en este sentido para mi vida. Junto con sus esposas Grace, Anne y Gladys, me enseñaron que testificarles a los musulmanes es un asunto gozoso y reposado, aun cuando nos enfrentemos al dolor y al peligro, porque siempre debemos recordar que es Dios quien hace la obra y no nosotros. Somos vasijas de barro.