Se sabe cuando un ministerio es verdaderamente ungido por el Espíritu de Dios por lo evidente y tangible que son sus frutos de restauración, reconstrucción y renovación de ruinas que le dejaron las generaciones anteriores. Entonces, ¿cómo podemos medir la eficacia de nuestra unción? Por la Palabra de Dios pero es más especifico al mirar con nuevos ojos los muros en la antigua cuidad de Jerusalén como lo revela el libro de Nehemías.