Su carta sale en busca de aquellos que están dando síntomas alarmantes de desviarse de la fe y perderse. Esto constituye la clave para entender su carta y la estructuración de la misma. Podemos palpar claramente la intensidad de la preocupación del autor, que emplea un lenguaje especialmente fuerte, que nos incomoda a todos. Esta es su intención. Quiere despertarnos ante el peligro. Sus advertencias y denuncias nos hacen temblar, pero tienen una finalidad altamente positiva. No pretende condenarnos ni desecharnos, sino hacernos reaccionar a tiempo para plena seguridad de nuestra salvación.