Toda persona que sigue a Cristo encuentra un gran número de “autoridades” que desafían directamente la autoridad de Cristo. Esas otras “autoridades” pueden ser padres, maestros, jefes, presidentes, instituciones, religiones o ideologías. Para mantenernos firmes en la devoción a Jesús, debemos creer que él tiene la autoridad suprema sobre todo. No una autoridad parcial, no la máxima autoridad.