Prólogo
"Me identifique mucho con este libro. No sé por qué, pero a veces mis hijos, cuando me llaman por teléfono, cariñosamente me dicen "Hola burro". Tal vez porque trabajo mucho, o porque quizás tengo la tendencia, al igual que muchos, a seguir mis propias ideas. Me imagino que usted también se siente identificado con este animal. Y sea que piense en el burro como su empresa, o como usted mismo por su dedicación al trabajo, en este libro recibirá el más grande desafío: ATAR SU BURRO A LA VID. Debido a que Dios me ha dado un ministerio público e internacional que ha sido bien referenciado, regularmente recibo peticiones para escribir los prólogos de algunos libros. Para hacerlo tengo una regla: el escritor debe ser conocido por su integridad y el libro debe tener un enfoque bíblico, ser fácil de entender y práctico; este libro cumple con todos esos requisitos, por eso lo recomiendo.
Al leer y analizar ATE SU BURRO A LA VID, descubrí que Peter Briscoe, partiendo de sencillas ilustraciones, nunca se aparta de la sana doctrina y sabia interpretación de las Escrituras, y con sus ilustraciones nos entrega importantes lecciones. La primera de ellas es que todo lo que Dios nos ha dado: casas, bicicletas, cónyuge, hijos, un sencillo trabajo o una compleja empresa, todo nos ha sido dado con propósitos específicos que debemos cumplir. NO somos exitosos cuando tenemos familias, casas, empleos, fama, dinero o grandes empresas, sino cuando administramos estos recursos conforme al propósito del Creador. Segundo, que, así como los obreros y los empleados deben ir a su trabajo para cumplir su misión y trabajar para el verdadero Dueño (el Señor), de igual manera, los hombres de negocios tienen la misma obligación. Nuestras ocupaciones son una herramienta especial para desarrollar nuestro ministerio personal. Y tercero, que los humanos nunca podemos cumplir los propósitos divinos siguiendo nuestras propias ideas o las de otros.
Muchas veces estamos amarrados a conceptos, a ideas mundanales y la presión de las circunstancias, pero "la uva sólo proviene de la vid”. Si separamos nuestra vida, nuestras prioridades, familias, sexualidad y trabajos de la Vid Verdadera, nunca podremos dar el fruto que el Señor de la viña espera.
Hace mucho tiempo escuché una narración que aún recuerdo vagamente. Decidí adaptarla para ilustrar el contenido de este libro tan orientador: Un anciano y un niño viajaban con un burro de pueblo en pueblo. Al pasar por el primer pueblo, al notar que ambos caminaban al lado del burro, un grupo de defensores de los ancianos dijo: ¡Qué cruel! ¡Por lo menos que se suba el anciano! Presionados por la crítica, hicieron un cambio y con el anciano sentado en el burro entraron al segundo pueblo. En ese lugar, los defensores de los niños gritaron indignados: ¡Qué abuso más grande!¡Un viejo sentado y un pobre niño caminando! Motivados por la presión recibida, ambos entraron montados sobre el burro al siguiente pueblo en donde estaban algunos defensores de los animales, quienes enérgicamente vociferaron: ¡Abusivos! ¡Cómo pueden maltratar así a un fiel animal!
Antes de entrar al último pueblo, decidieron comprar una carreta y cargar al burro, solo para terminar convirtiéndose en el hazmerreír de toda la comunidad. Decepcionado por las experiencias vividas, el anciano decidió conversar con el niño. Este, acordándose de sus clases de Biblia sobre la creación divina, dijo las palabras más sabias que su abuelo nunca había escuchado. Abuelo, si Dios creó al hombre para que administre todo lo creado, ¿por qué no nos sometemos al deseo divino con inteligencia, dejamos de hacer lo que otros desean y nos relacionamos con este burro de acuerdo al propósito divino: con sabiduría y excelencia? Eso es precisamente lo que comunica este libro.
Hay algunos pocos que hemos sido forzados a abandonar el mundo de los negocios, que quizás amábamos, para convertirnos en pastores y maestros que predican el evangelio de la verdad, y llaman a cada cristiano a vivir esa verdad. Otros que desearían hacer lo que hacemos nosotros, deben entender que la gran mayoría de los cristianos no tienen que, ni pueden, convertirse en evangelistas, pastores y maestros. Pero todos, independientemente de donde estemos cumpliendo nuestra misión, recibimos la orden de tener buen testimonio en el ambiente en que desarrollamos nuestras actividades, en la iglesia que servimos y en la familia que guiamos.
Para poder ser exitosos en el cumplimiento de nuestra misión, no solo debemos conocer la verdad, amar esa verdad revelada en la Palabra de Dios, predicarla, admirarla y memorizarla, sino tener el serio compromiso de practicarla en todo lugar, ocupación, relación o actividad. Es que una verdad solo aprendida, predicada, admirada o memorizada nunca producirá una vida transformada. Le invito a que ATE SU BURRO A LA VID. Recuerde que precisamente quien dijo "Yo soy la Vid verdadera", también dijo "separados de mi nada podéis hacer".
David Hormachea.