En la vida cristiana, luego de la decisión personal de aceptar a Jesús como nuestro Salvador, no hay nada más importante que ofrecer nuestra personalidad al control del Espíritu Santo. Pero, en definitiva, ¿qué es la personalidad? Ni siquiera entre los teóricos y profesionales de la Psicología está demasiado clara su definición.
Nuestras vivencias y saberes transforman aquello que somos. Nuestra personalidad es dinámica, pudiendo ser modificada y restaurada. A partir del momento en que el Espíritu Santo comienza a habitar en nosotros se empieza a producir nuestra transformación, nuestro perfeccionamiento, por gracia divina.
Desde el punto de vista bíblico, sabemos qué debemos pensar, sentir y hacer, pero no siempre nuestros frutos reflejan lo que Dios espera de nosotros. Por eso, el objetivo principal de este libro es llevarnos a la reflexión, a conocer y a desarrollar el fruto del Espíritu en nuestra vida cotidiana personal, familiar, social y ministerial.