Prólogo
El salmista afirma que la principal prioridad del hombre es hacer eco del deseo de Dios: "Tributen al SEÑOR la gloria que merece su nombre; póstrense ante el SEÑOR en su santuario majestuoso" (Salmos 29:2). Está claro que el deber supremo de la criatura durante su tiempo en la tierra, y en la eternidad, es adorar al Creador.
Mi propio corazón ha sido perseguido incesantemente por el "león" de la adoración a lo largo de los años que llevo recorriendo la Escritura. Mi mente ha sido acechada por la realidad maravillosa y majestuosa de la adoración sin que haya podido evitarlo. La historia se mueve por un camino que algún día se ensanchará y será lo que Isaías llamó: un camino de santidad. Allí, los redimidos siempre lo adorarán con cantos de alegría y con una alegría eterna (Isaías 35:8-10). De hecho, la forma en que usted adora, refleja la esperanza que tiene acerca de su destino eterno.
En mi ministerio, siempre he anhelado guiar a las personas para que tengan un encuentro personal con la majestad de nuestro Dios vivo y santo, pero por años no tuve un entendimiento completo acerca de lo que era la adoración y como debía realizarse. Debido a una reciente frustración personal por mis propias fallas en cuanto a la adoración, y a una profunda preocupación por una iglesia contemporánea que parece saber tan poco sobre la verdadera adoración, busque entender mejor el mensaje de la Biblia, el cual afirma que la adoración es la expresión esencial del servicio ofrecido a Dios. Ahora, Dios ha puesto en mí el deseo de dedicarme a perseguir al "león".
Anhelo que el pueblo de Dios se una a mí, aunque lucho porque a menudo la iglesia parece muy pragmática, programada y centrada en el éxito. En el proceso de esforzarse por suplir nuestras necesidades y satisfacer nuestros deseos, la iglesia ha dejado colar la filosofía del "humanismo cristiano", que falla al promover el hedonismo, el extremo fortalecimiento de la autoestima, la realización personal y la gloria a sí mismo.
Parece haber poco interés en adorar a nuestro Dios glorioso a Su manera. La supuesta adoración se parece un poco más a una liturgia (de alta o baja calidad) identificada por los vitrales, la música de órgano, las canciones y las oraciones cargadas de emoción. Si el boletin no dijera: "Servicio de adoración", tal vez no sabríamos qué es lo que se supone que estamos haciendo. Y eso refleja la ausencia de una vida de adoración, en la que un servicio de domingo es solo un exceso corporativo.
Este libro es un llamado a la adoración personal del Dios trino y santo; es un llamado a desarrollar un estilo de vida radicalmente diferente por parte del creyente: una vida que busque adorar a Dios de forma continua, no solo el domingo. El llamado es nuevo teniendo en cuenta que generalmente los cristianos de nuestro tiempo han omitido el modelo de Dios. El llamado es antiguo debido a que suena una y otra vez en la invitación del salmista: "Vengan, postrémonos reverentes, doblemos la rodilla ante el Señor nuestro Hacedor. Porque él es nuestro Dios y nosotros somos el pueblo de su prado; ¡somos un rebaño bajo su cuidado!", (Salmo 95:6-7a). La Lectura de este libro lo exhortará a buscar a nuestro Dios en toda Su Gloria. Una respuesta obediente a Él lo transformará en un verdadero adorador, teniendo la principal prioridad en el lugar que corresponde. Comprométase con usted mismo a aprender piadosamente conmigo y experimente, así como yo, la verdad sobre la adoración que transforma las vidas.