Prólogo
La historia del cristianismo evangélico en Colombia ha estado bañada en sangre desde sus inicios. Pero es precisamente por eso que éste ha avanzado hasta llegar a ser hoy casi un 10% de la población total, lo cual equivale a decir que somos cerca de cinco millones de cristianos evangélicos. Somos el diezmo del Señor de nuestro pueblo; esa porción consagrada para Dios; esa luz y sal en medio de la sufriente tierra colombiana; esa manada pequeña; ese remanente separado para Él, para la alabanza de Su sempiterna gloria.
Centros de Literatura Cristiana, CLC, ha querido hacer parte de la celebración de este Primer Congreso de Historia
del Protestantismo en Colombia y se ha dado a la tarea de publicar nuevamente, en edición especial, la recopilación de la historia de la Iglesia Cristiana Evangélica en Colombia tan bellamente escrita por nuestro hermano Francisco Ordoñez, investigando hasta encontrar la manera de sacar a la luz la presente obra, como un sencillo homenaje a tantos hombres y mujeres que se sacrificaron para que Colombia pudiera hoy tener disponible la Palabra de Dios para todos, y para que las nuevas generaciones lleguen a reconocer el valor del trabajo evangelístico de los pioneros, y la importancia de su difusión mediante la página impresa. Este libro es una narración pintoresca, amena y llena de crudo realismo que nos remonta hacia los tiempos del inicio del Evangelio en Colombia, y nos invita a elevar una plegaria de gratitud al Señor por aquellos cientos de hermanos misioneros extranjeros y obreros nacionales, que ofrendaron sus vidas, su salud, sus dones, sus familias y su tempo, para hacer que el Evangelio llegara a todos los rincones de la patria, pues gracias a ellos, hoy podemos gozar de plena libertad para expresar nuestra adoración al Dios soberano.
En verdad es un documento histórico de incalculable valor, que bien vale la pena publicar para que todo cristiano en Colombia tenga en su biblioteca personal, pero sobre todo por ser un recordatorio del gran sacrificio que tuvieron que hacer los pioneros del Evangelio en nuestro país, el cual nos confronta y nos hace ver cuán cómoda es la situación de la Iglesia hoy, que a veces nos torna en cristianos mediocres que nos amilanamos ante cualquier pequeña dificultad. Quiera Dios que en alguna manera nosotros y nuestros hijos, podamos resarcir esa entrega, esa abnegación con la cual nuestros antepasados realizaron la evangelización de nuestro pueblo y que aquella semilla del Evangelio que sembraron con lágrimas, llegue a dar el fruto al ciento por uno, como quizás fue el anhelo de muchos de ellos.