Prólogo
Tengo que admitir que una de las actividades que más disfruto es escribir. Recientemente, cuando me pidieron que escribiera algo sobre la vida del hombre, pensé inmediatamente en que esta sería una hermosa tarea que requiere una mezcla de sencillez, realidad y honestidad. Digo sencillez porque no quiero escribir nada técnico, sino algo con lo que cualquier lector pueda identificarse. Menciono realidad porque tengo que hablar de lo que es un hombre en la vida real, en palabras sencillas tengo que hablar de lo que soy yo. Se requiere honestidad porque al hablar sobre los hombres, y sobre mi específicamente, tengo que mostrarme abierto y vulnerable. No quiero escribir cosas imaginarias, no deseo exagerar las virtudes, ni quiero esconder el lado oscuro que tenemos todos los hombres. En palabras sencillas, quiero transmitir lo que realmente somos de acuerdo a mi experiencia personal. Me he dado cuenta que ser abierto y mostrarse vulnerable no es una tarea muy fácil para la mayoría de los hombres, especialmente para quienes ocupamos posiciones de liderazgo o somos personajes públicos. A través de los años hemos creído una idea errónea al pensar que ser vulnerables puede ser un bumerán, y por ello evitamos hacer declaraciones que revelen nuestras debilidades, pues después pueden ser usadas por otras personas para atacarnos. Este temor lo han compartido conmigo muchos hombres y han dado sus razones para evitar admitir sus debilidades.
Muchos han aceptado que incluso le es difícil reconocer sus temores, fallas y pecados delante de sus esposas pues ellas tienen la tendencia a recordar la información, por mucho tiempo y usar ese conocimiento para atacar, especialmente en los momentos de conflicto. Sin embargo, mientras más analizo las enseñanzas de la Biblia, me doy cuenta de la increíble honestidad y sinceridad que existe en los escritores bíblicos que fueron movidos por el Espíritu Santo para escribir cosas sencillas, reales y prácticas. Aunque seguramente mi libro será leído por muchos hombres, mi principal objetivo es dirigirme a las mujeres y quisiera hacerlo de la manera más cercana y personal posible. Quiero que su mensaje sea visto como la conversación sincera, honesta, sencilla y práctica, de un hombre con una mujer. Mi intención al escribir este libro es destruir algunos conceptos erróneos con respecto a la vida varonil, hablar con honestidad de lo que vivimos y experimentamos, dar algunas sugerencias sobre como relacionarse con sabiduría sugiero que durante el tiempo que ocupará en su lectura, deja a su lado sus prejuicios y haga un serio esfuerzo para estudiar sobre una criatura difícil que nunca ha conocido profundamente. No es fácil tratar de comprender a alguien que ya creemos conocer.
Muchas mujeres leerán este libro con prejuicios, pues creen conocer a sus esposos, y les será difícil entender la realidad de la vida de los hombres. Mi labor es mostrarle con honestidad cómo somos los hombres en realidad. Algunas me han compartido la perdida de esperanza para cambiar a sus esposos y mi primera respuesta es: "Que bueno que perdiste la ilusión de cambiar a tu esposo, pues ni tú ni nadie puede cambiar a otra persona". Esa es la verdad, querida amiga, usted no puede cambiar a su marido. Por otra parte, no quiero que pierda la esperanza de aprender a vivir sabiamente con alguien que es un ser humano pecador igual que usted y que la única esperanza de cambio que tiene es ser influenciado por una persona amorosa, firme, compasiva, confrontadora y respetuosa, pero correcta. Esa persona es la mujer que Dios le designó para amarlo a pesar de las diferencias que tienen.
Desafortunadamente, muchos hombres no han recibido instrucción sabia sobre cómo amar a una persona tan diferente y muchos no saben lo que significa ser un hombre conforme al corazón de su Creador. Por eso quiero que inicie esta lectura con una actitud comprensiva. Seguramente su esposo es parte de la mayoría que no fueron formados para ser buenos maridos. Recuerde que la mayoría de nuestros padres y abuelos no recibieron instrucción sabia y bíblica para ser esposos, amantes y padres cariñosos, y ellos no podían dar lo que no tenían. Usted sabe que no tenemos la costumbre de formar a nuestros hijos para que sean esposos conforme a la enseñanza bíblica. He leído sermones de grandes hombres que fueron pilares de la iglesia y encontré muy poca y elemental enseñanza sobre la vida familiar. Sin embargo, me alegra que en la Biblia exista suficiente instrucción para que podamos elegir y tener una familia como Dios la diseñó.
Por otra parte, muchas mujeres me han compartido su frustración pues sus maridos cristianos asisten a congregaciones y reciben instrucción bíblica, pero no siempre se comportan como cristianos. Por ello he tenido que realizar algunas preguntas para que esas mujeres se den cuenta que son tan diferentes a sus maridos. Les he preguntado: ¿has leído con regularidad to Biblia? ¿Sabes cuáles son tus responsabilidades como esposa? ¿Has escuchado enseñanzas con respecto a cómo ser una mujer conforme al diseño divino? La respuesta de todas es que sí han recibido instrucción y conocen bastante acerca de sus responsabilidades. Sin embargo, cuando pregunto: ¿estás cumpliendo lo que la Biblia enseña y eres una mujer como Dios y tu marido esperan? La respuesta siempre es un sincero "no". Esa es la realidad. No solo las mujeres se frustran porque sus maridos, a pesar de ser cristianos, y recibir instrucción y no son lo que deben ser, también los hombres nos sentimos impotentes porque nuestras esposas también asisten a una congregación, reciben enseñanza y no viven estos principios.
Hombres y mujeres tendemos a hacer las cosas a nuestra manera, nos cuesta y somos resistentes a ser lo que Dios quiere que seamos; por esa rebeldía y la tendencia egoísta de actuar como deseamos, creamos conflictos y lentamente nos herimos y nos separamos.
Me alegra que haya elegido este libro pues irá entendiendo lo que necesita para cuidar su vida, actuar responsable y sabiamente y como resultado vivirá con paz. Eso es real. Por actuar correctamente, usted experimentará paz y a la vez ofrecerá una gran oportunidad de aprendizaje a su esposo, sea que él elija aprender no. Algo que no me canso de enseñar, repetir en mis conferencias y escribir en mis libros, es que la paz que la persona experimenta no es producto de la buena disposición de los que lo rodean, sino de su conducta sabia, respetuosa, bíblica y equilibrada, a pesar de los malos actos de los demás. Lea con atención, con una buena actitud y grandes deseos de aprender a vivir. Subraye, vuelva a leer, tome notas y determine que cambiará sus palabras, actitudes y comportamientos erróneos pues este libro no es una guía para que al conocer a su esposo tenga la meta de cambiarlo, sino que al comprenderlo sea usted sabia y termine cambiar. Al elegir este libro, usted adquirió un amigo y quiero ser de los buenos amigos, porque uno verdadero no le dirá lo que quiere escuchar, sino lo que es correcto, sea que a usted le guste o no lo que debo decirle. puede estar segura que he investigado profundamente y entiendo que, así como Dios demanda que el esposo ame a su conyugue, también encarga que la mujer respete a su marido. Si su esposo aprendió a amarla a usted al leer mi libro "¿Conoce usted a su esposa?", espero que usted también aprenda a respetar a su marido al leer "¿Conoce usted a su Esposo?" Estoy seguro que al estudiar estas enseñanzas sinceras sobre la vida del hombre, su vida será impactada, siempre y cuando elija leer, evaluar y cambiar con la actitud apropiada.