Prólogo
Algunos lo aman, otros lo odian, pero todos vivimos con el conflicto. Varios de nuestros más antiguos recuerdos incluyen los enfrentamientos con nuestros hermanos y hermanas, y los desacuerdos con nuestros padres. Cuando asistimos a la escuela enfrentamos el conflicto con los compañeros de clase, o los profesores. Y como adultos podemos tener desacuerdos en el matrimonio, el trabajo, y aun en la iglesia. La forma como manejemos el conflicto, dice mucho acerca de nuestra personalidad y nivel de madurez. Algunos prefieren correr y esconderse, rehusando con firmeza resolver los desacuerdos. Con frecuencia las esposas se quejan de que sus maridos ignoran la comunicación seria, y prefieren "callarse como muertos, o explotar". Otros, y todos los conocemos, crean conflictos donde quiera que van, convirtiendo un lugar pacifico en un
campo de batalla minutos después de que entran. Los asuntos menores son calificados como grandes, y cualquier espacio es pequeño para el desacuerdo. Tales personas tienen un ego que necesitan crear discusiones, y luego ganarlas a cualquier costo. David fue empujado al conflicto en el momento cuando se ofreció a luchar contra Goliat. Esta fue la batalla más fácil de su vida porque la ganó con una pedrada certera. Nunca más pudo resolver un problema tan rápidamente. Su conflicto con Saúl se prolongó por 10 años, y el que sostuvo con sus esposas lo hizo objeto del ridículo público. El conflicto con sus hijos se convirtió en un escándalo nacional. También tuvo sus conflictos con Dios. El propósito de este libro es hacerle un seguimiento a la vida de David para beneficiarnos de sus errores y fracasos, y aprender cómo manejar y como no manejar un conflicto. Con frecuencia pensamos que David fue superior a otros siervos de Dios, pero, probablemente aprendernos más de sus debilidades que de sus áreas fuertes. Aunque era poderoso en la batalla, era débil en la casa. Si bien escribió poesía que se elevó a los cielos, muchas veces dudo y estuvo deprimido. Aprenderemos que raras veces Dios nos aparta del conflicto, y que, por el contrario, más bien lo usa para producir madurez espiritual. Únase a mí en la aventura que nos enseñara como una oveja logró permanecer con el Pastor, y cómo Dios modera el viento para el cordero despojado. A pesar de los fracasos de David (fracasos notorios) fue un "hombre conforme al corazón de Dios". Aunque murió con su cuota de remordimientos, Dios mismo escribió su epitafio: Mi siervo David (2 S. 3:18). Eso también puede decirse acerca de nosotros di aprendemos de este famoso, pero imperfecto pastor, convertido en rey, quien vivió hace mucho tiempo.