Prólogo
¡No le hable a ella de esa manera! ¡Deje de burlarse de ellos! ¡Es cruel! Deje de golpearlo o le diré a alguien más, ¡ahora mismo! Si tan solo los espectadores hablaran sin miedo cuando ven una conducta denigrante; si tan solo les hubieran enseñado a hacerse oír y denunciar, entonces habría menos personas que muestran conductas agresivas y menos victimas de bullying.
A veces, reconocer el bullying puede ser un desafío. Las peleas entre amigos pueden ser simplemente eso... "peleas amigables", pero eso no es lo que sucede con las personas que muestran conductas agresivas. El bullying se da cuando alguien tiene más poder que otro individuo e intencionalmente, usa ese poder para amenazar, asustar, intimidad, aislar o herir. Pocas personas saben cómo responder ante el bullying. Los niños tienden a paralizarse frente a quienes los atormentan. Mientras tanto, muchos espectadores observan con terror, en silencio o incluso se unen a quien muestra conductas agresivas. Quienes son víctimas pueden intentar actuar de forma ruda o devolver el golpe, pero después los ataques se prolongan o empeoran. Entre los tres grupos (quienes muestran conductas agresivas, las victimas de bullying y los espectadores), los que tienen más poder para provocar el cambio más significativo son estos últimos.
Aprender la respuesta firme y correcta puede reducir el bullying a corto plazo. Los padres, los maestros y otros adultos necesitan ayudar tanto a la víctima de bullying como a los observadores a prácticar como intervenir (enfocarse en qué decir y cómo decirlo); entonces, después de participar en este tipo de juego de roles, los niños pueden responder de forma correcta, efectiva e inmediata.
El libro de Proverbios describe el tipo de palabras que fluyen de quienes hacen lo apropiado y quienes hacen lo que no es apropiado con otros... de quienes ayudan y quienes hieren... "Fuente de vida es la boca del justo, pero la boca del malvado encubre violencia” (Proverbios 10: 11).