Prólogo
En la casa encontré a mi señora llorando. Era un viernes por la tarde. Acababa de oír una conferencia de principios bíblicos de finanzas dictada por el señor Bill Gothard. ¿Qué pasa querida? le dije. Si lo que él dijo es cierto dijo entre sollozos debiéramos tener libertad financiera; y no la tenemos. Sabía bien de que hablaba. Estábamos trabajando en una iglesia que nos había dicho que no nos pagaba salario. Yo era extranjero y mis papeles no me permitían buscar trabajo. Estábamos seguros que Dios nos había mandado a ese lugar. Una muela de Patricia necesitaba una capa. Ya se había empezado el trabajo y le estaba doliendo la muela. la cita para terminar el trabajo era para el jueves siguiente por la mañana. El costo será de 140 dólares, (Aproximadamente cinco mil seiscientos pesos colombianos, al cambio de enero, 1980), y no teníamos dinero. ¿Qué hacer? Realmente, no tenemos libertad financiera. Pasamos el día sábado en ayuno y oración. Yo tenía confianza que el domingo se iba a solucionar nuestro problema. 0 Dios le sanaba la muela milagrosamente, o nos daba el dinero necesario. El domingo por Ia mañana fui a la iglesia con mucha expectativa. Antes, durante y después del servicio esperaba que alguien viniera a decirme, "Dios ha puesto en mi corazón el darle estos ciento cuarenta dólares". Nada… Muchos vinieron a hablarnos, pero nadie nos ofreció ayuda. Me dije a mi mismo, "Va a ser por Ia tarde. Alguien vendrá y nos dará estaba paseando en el carro y Dios nos indica que usted tenía una necesidad. ¿Les serían suficientes ciento cuarenta dólares?" Paso la tarde. Nada . . . "Seguro que durante el servicio de la noche si va a resultar algo", me dije. Paso el servicio. Nada. Ni en la casa, después del servicio. Nada… ¡Claro que sí! ¡Dios va a suplir nuestra necesidad por medio del correo! ¿Por qué no lo pensé antes? Recogíamos el correo al medio día. Pasó el lunes. Nada… Paso el martes. Nada… Mi fe estaba flaqueando un poco. El miércoles era la última oportunidad. Señor ore con fervor —súplenos nuestra necesidad hoy o me veré obligado a cancelar la cita de mañana. Salí a cumplir con mis responsabilidades en la iglesia; y cuando volvimos a la casa a medio día, había una sola carta en el buzón. Cuando vi de quién era me amargué instantáneamente. Entramos en nuestra cabaña y fui de inmediato al banco para altercar con el Señor. No es justo, Señor. Te estamos sirviendo con todas nuestras fuerzas, ¿y Tú nos tratas así? Voy a salir del ministerio, pero quiero que quede claro que ¡es por culpa tuya! ¡Cuán misericordioso es Dios! ¡Cuán paciente es para con nosotros! Patricia me llamó a la sala-habitación y me entrego la carta. Era de una pareja joven a quienes habíamos visitado unos meses antes. Aunque se habían criado en los caminos de Dios, cuando estuvimos con ellos, estaban fumando marihuana y siguiendo una religión oriental. Él no tenía empleo y estaban viviendo probablemente. Nos escribían: "Nuestro matrimonio casi se acabó, pero Dios nos ha rescatado. Debemos nuestro matrimonio y aun nuestras vidas a Dios. Tengan esto como muestra de nuestro agradecimiento a Él”. Me di cuenta del otro papelito, y cuando lo miré ¡No lo creía! ¡Era un cheque, no por ciento cuarenta dólares! Desde ese momento de infancia espiritual hemos vivido los principios que usted encontrara en este libro. Hemos encontrado la verdadera libertad financiera. Mi propósito nunca fue escribir un libro. El estudio original de Principios Bíblicos de Finanzas (usado aquí con permiso del "Institute in Basic Youth Conflicts"), fue traducido y actualizado. Se insistía que lo compartiera con la Junta Directiva de la Iglesia Bautista Central de Bogotá. Allí se cambió y se amplio mucho el estudio original, y nada el estudio de "Libertad Financiera". Se enseñó tres veces más en esa iglesia, con tres reformas respectivas. Esta es la décima revisión y ampliación. Los pastores que han visto el estudio han insistido que se enseñe en su iglesia. Cada vez que se ha enseñado, han surgido preguntas e inquietudes que me han hecho buscar consejo, estudiar de nuevo la Palabra de Dios; y que han cambiado el estudio en sí. Muchos pastores me han ayudado, incluyendo: Belarmino Dussán, Héctor Pardo, Ignacio Guevara, Antonio Arevalo y Geraldo Stucky con su comunidad Menonita de Bogotá; los líderes de la Alianza Cristiana Colombiana y de la Asiemag; Gilberto Nieve, de San Fernando en Venezuela. Ruperto Velez, Francisco Fiorenza, Darío Platt, Pablo Landrey, Marcos Asp y Esteban Aldrich, de SEPAL, dieron muchas sugerencias; y vigilaron el desarrollo de este material. Entre ellos destaco a Marcos Asp por su práctica ejemplar de estos principios bíblicos; y por su magna contribución en el área de las deudas. Le ruego que no le de lectura rápida a este libro, sino que lo estudie. Espero que lo estudie en familia, con un grupo de hombres o de mujeres, en la escuela dominical, en la iglesia o en otro lugar, pero que lo estudie. En mi vida personal, estos estudios bíblicos han transformado mis asuntos financieros y me han guardado de una serie de problemas que hubiera tenido sin ellos. Mi oración para cada lector es que a través de este libro - usted también llegue a experimentar ese cambio radical en su vida económica que le permita disfrutar de la LIBERTAD FINANCIERA, para la gloria de Dios. Felipe Leng. Bogotá, Colombia Febrero, 1980