Prólogo
Este libro surge de la experiencia pastoral. A lo largo de más de 20 años en el ministerio, hemos trabajado con muchos matrimonios, parejas en preparación para el matrimonio, y adultos solteros; y hemos visto la esclavitud que el mal manejo del dinero puede imponer en la vida del cristiano. Según estudios estadounidenses, los problemas financieros contribuyen a casi 90% de los divorcios en aquel país, aun por encima de los problemas sexuales y de los conflictos con los suegros. Este texto es fruto de mi experiencia personal después de todos estos años trabajando como misionero en México, y viviendo por fe en cuanto a las finanzas.
En mis primeros meses no tarde en descubrir que las promesas de fe que me habían hecho antes de salir del país muchas veces representaron solo eso: promesas más que fe. De manera que pasé algunos meses sin ingreso alguno. En los años subsecuentes, e incluso durante estos 15 años de matrimonio con mi esposa Angie, Dios me ha llevado a tener distintas fuentes de sostén, ganando dinero como maestro de inglés, traductor, intérprete, cantante de música cristiana y predicador itinerante; y, además, los dos hemos vendido varios productos cristianos y seculares. Pero un aspecto constante de nuestra economía ha sido el que nunca sabemos al inicio del mes con cuántos ingresos contaremos al final del mismo. Esta experiencia nos ha permitido descubrir varios principios de responsabilidad fiscal que permiten tener una economía estable, aun con ingresos variables.
El presente libro nace de un anhelo de presentar una enseñanza equilibrada en cuanto a lo que la Biblia dice referente a las finanzas. Desafortunadamente, el 99% de la enseñanza financiera que escuchan la mayoría de los cristianos ocurre en el contexto de la hora de recoger diezmos y ofrendas, de manera que se enfatiza excesivamente el papel del dar para lograr la prosperidad. Ahora bien, yo creo con todo el corazón en las promesas de Dios para aquel que diezma y ofrenda. Sin embargo, me canso de ver tantos cristianos fieles que han abierto las ventanas de los cielos con sus diezmos (Malaquías 3:10), pero no han sabido cerrar el boquete en el piso de su casa que se traga toda la bendición que Dios les envía. Asimismo, con su generosidad bíblica, han logrado que Dios reprenda el devorador; pero ellos mismos no han dejado de devorar sus propios bienes con su falta de disciplina en cuanto a los gastos.
Así como la administración de las finanzas no puede sustituir al dar, tampoco el dar puede cubrir la falta de una planeación y administración financiera constante y bíblica. Durante el proceso de escribir estas páginas, le pase una parte del proyecto a un amigo empresario, quien por cierto me animo mucho a seguir adelante. Me sacudió su comentario de que, en sus muchos años de cristiano, nunca había escuchado semejantes enseñanzas acerca de lo que la Biblia dice en cuanto al manejo de las finanzas. Esto raya en un pecado de omisión, si consideramos que solo los versículos bíblicos que utilice en este libro ¡alcanzarían a llenar unas 20 páginas!
El libro también surge de la falta de material sobre finanzas que se haya escrito para el contexto latinoamericano. No dudo que muchos de los escritores norteamericanos que se dedican al tema sean mucho más capacitados que este servidor, pero veo que muchos de sus consejos no son los adecuados para nuestros países en América Latina. En fin, este libro pretende ofrecer maneras sencillas y practicas de vivir libre de deudas, preparándose de manera adecuada para los altibajos de la vida, y tener un manejo financiero internacional que supla lo necesario para uno, para para su familia, y para los propósitos de Dios.
Hace unos años dimos una clase en nuestra congregación local sobre estos mismos principios. Tiempo después, cuando una de las alumnas mencionó lo que había aprendido en la clase, le pregunte, “¿Entonces, si te ayudo la clase?" Ella me contesto con vigor, "¿Que si me ayudo? ¡Cambio mi vida! Mis amigas me preguntan cómo es posible que siempre tenga dinero disponible cuando gano poco, y les digo que es porque aprendí cómo administrarlo bien." Finalmente, el clamor de mi corazón, al dedicar tantas horas a este proyecto, es que se liberen recursos para la obra de Dios en Latinoamérica y fuera de ella.
Estoy convencido de que la generosidad es una característica notable dentro de la idiosincrasia latina; pero son pocos los que manejan sus finanzas de tal forma que puedan ejercer esta generosidad de manera importante en los proyectos divinos. Así como he participado en muchas congregaciones promoviendo la visión de un ejército de misioneros latinoamericanos en todo el mundo, ahora anhelo poner mi grano de arena en proporcionar la manera de financiar ese ejercito glorioso. Nuestro deseo es que el lector pueda aprender a caminar en los principios de Dios, y de esta forma experimentar prosperidad a su manera; pero mucho más, que esa prosperidad refleje los propósitos de Dios.