Prólogo
En 1986, el auto-proclamado presidente de Filipinas, Ferdinand Marcos, fue depuesto tras de un golpe de Estado; porque, más que presidente, se había convertido en un dictador. Su pueblo, cansado de las actitudes dictatoriales de Marcos y sus excesos, lo expulsó de la isla junto con su esposa. Ferdinand e Imelda tuvieron que salir apresuradamente de Manila a bordo de un helicóptero del gobierno de los Estados Unidos, pues los seguían muy de cerca una enardecida horda de ciudadanos.
Entre los asombrosos acontecimientos de ese día, la gente puso especial atención a los zapatos de marca que Imelda Marcos Llevaba puestos al abordar el helicóptero. ¿Cómo fue que pudieron fijarse en los zapatos, cuando el país entero estaba convulsionado por tan trascendentales acontecimientos? Después se hizo evidente que la preocupación no estaba centrada en un par de zapatos, sino en el hecho de que Imelda Marcos poseía más de un millar de pares.
Cuando las puertas del palacio del dictador se abrieron, y los armarios privados de Imelda Marcos fueron vistos por la prensa, corrió la noticia de sus zapatos por todo el mundo. Se fotografiaron filas y filas de ellos en un asombroso despliegue de colores y estilos. Asimismo, poseía abrigos de pieles, trajes de gala y bolsos; pero fueron los zapatos los que verdaderamente captaron la atención del público. ¿Cómo era posible que una persona tuviera tanto? Algunos dirán que tenía una obsesión por los zapatos. Y creo que todos estamos de acuerdo en que, regularmente, Imelda compraba zapatos de forma excesiva extravagante.
Cualquier persona razonable y sensata sabe que es innecesario tener más de mil pares de zapatos. Sin embargo, Imelda Marcos difícilmente podría considerase una persona razonable y sensata. Para ella, sus zapatos eran una necesidad. Ella justificaba su comportamiento argumentando que, sencillamente estaba colaborando con la industria zapatera de Filipinas. En lo que respecta a sus zapatos, siempre se rehusó a reconocer cualquier idea de exceso. Tener un par de zapatos o a lo sumo dos, es una necesidad. Pero mil pares de ellos, espero usted concuerde conmigo, es un excesismo.
Una mirada a nuestros deseos, faltas y necesidades
Es bastante fácil disentir con la cabeza y bromear en cuanto a los zapatos de Imelda Marcos. Y así lo hizo el mundo a finales de los años ochenta por un tiempo, cuando se descubrió lo que había en los armarios de su vida. Incluso ahora podemos analizar su comportamiento desde una distancia segura después de pasado el tiempo, y comentar acerca de la mujer que perdía el control cuando de zapatos se trataba.
No obstante, cuando observamos nuestro comportamiento, esa distancia se reduce. El objetivo de este libro es aprender a distinguir entre nuestras verdaderas necesidades y nuestros deseos. Estaremos hablando de los excesismos de la vida, un término acuñado por mí para definir una situación muy real para muchas personas; es decir, cuando los excesos se convierten en necesidades. Este libro se trata de la compulsión al dar rienda suelta a toda clase de conductas cotidianas, incluyendo las más raras, cómicas y las que no son tan divertidas. El excesismo es el impulso que lanza por la borda cualquier preocupación y exige una satisfacción inmediata. Es la ceguera que se da cuando nuestra complacencia es más importante que las consecuencias.
El excesismo consiste en la lucha por conseguir nuestros deseos y lo que creemos nos falta, mientras descuidamos nuestras verdaderas necesidades. Y cuanto más descuidamos lo que en verdad necesitamos, más aumenta el deseo, haciendo que nos llenemos más y más de lo que percibimos como una carencia. Después de Llenarnos al máximo de aquello que creemos necesitar, descubrimos que seguimos hambrientos, vacíos y desesperados, y el círculo vicioso se vuelve a repetir.
Los excesismos vienen en una gran variedad de estilos, así como los zapatos de Imelda. Pero el análisis en este libro de ese comportamiento, no será visto desde la seguridad de haber leído una historia a cinco columnas que sucedió hace mucho tiempo en algún lugar muy lejano. Será una confrontación actual, para nuestra vida y la de quienes amamos.
Como aprovechar este libro al máximo
¡Lo quiero ya! se divide en tres secciones. La primera nos ayudará a identificar las cosas que hemos aceptado como una necesidad personal absoluta. Asimismo, podremos establecer si una necesidad en verdad lo es, o la hemos convertido en un excesismo imperativo.
Después de entender la diferencia que hay entre nuestros deseos y lo que percibimos como una carencia, analizaremos nuestras verdaderas necesidades en la segunda sección. Desde el principio quiero advertirle que no somos los mejores jueces para determinar cuáles son nuestras verdaderas necesidades. Por lo tanto, miraremos lo que Dios dice acerca de ellas, así como acerca de nuestros deseos y de lo que percibimos como una falta. Para determinar si algo es una necesidad verdadera o no, usaremos la plomada de la Palabra de Dios en vez de confiar en nuestra mente o emociones. Respire profundamente, porque esto no será fácil.
La tercera sección es un recordatorio de la asombrosa provisión de Dios para nosotros. También nos ayudará a ver que resulta muy sabio renunciar a algunas cosas y así estar preparados para adquirir otras que son mucho más valiosas.
Sí, este libro habla acerca de aquello que nos falta y necesitamos, Pero también es acerca de muchos otros temas. La única manera de obtener lo que realmente necesitamos es entregando nuestras carencias a Dios. Esto se asemeja mucho al principio de plantar una semilla, explicado por Jesús en Juan 12:24-25: “Les digo la verdad, el grano de trigo, a menos que sea sembrado en la tierra y muera, queda solo. Sin embargo, su muerte producirá muchos granos nuevos, una abundante cosecha de nuevas vidas. Los que aman su vida en este mundo la perderán. Los que no le dan importancia a su vida en este mundo la conservarán por toda la eternidad.” La enseñanza de la semilla de trigo es que debemos renunciar a algo para recibir algo mejor.