Prólogo
Para muchos creyentes, la vida se ha convertido en una serie agotadora, exigente, y atiborrada de responsabilidades implacables; en otras palabras, una verdadera maratón de desdicha. Tratando de cumplir las expectativas de otros creyentes, amigos bien intencionados y dirigentes religiosos imponentes, más y más personas están perdiendo el gozo de andar con Cristo con una fe sencilla.
Infortunamente, la tiranía de lo urgente, mezclada con las exigencias legalistas de los fariseos modernos, le han robado a muchos corazones todo deleite, dejando las filas del cristianismo caracterizadas por una colección de santos taciturnos que se sienten culpables y derrotados. Aunque parece sorprendente, esa es la misma situación que Jesús encontró en el primer siglo, cuando empezó a ministrar a los que habían recibido el impacto de las enseñanzas de los escribas y fariseos. ¡Cuán pocos comprendían lo que significa vivir por gracia! El Sermón del Monte que pronunció nuestro Señor fue, por consiguiente, su declaración más fuerte contra el vivir desprovisto de gracia. Sus palabras fueron revolucionarias, no solo entonces, sino que lo siguen siendo hoy. Al dejar al descubierto toda la hipocresía y requisitos complicados de las religiones fabricadas por los hombres, Cristo provee esperanza fresca y libertad verdadera. Al dirigir nuestra atención a esta obra maestra de verdad bíblica, espero que la enseñanza de Cristo le lleve a nuevas dimensiones de una vida que vale la pena vivir, una vida de una fe sencilla. Charles R Swindoll.