Prólogo
La importancia de la habilidad para discernir es algo que en nuestros días se está renovando entre los cristianos comprometidos, tanto católicos como protestantes. Hablo de "renovación" porque el discernimiento es vital para la visión de la vida cristiana, como es evidente en las epístolas de Pablo y en la primera carta de Juan. Así mismo, jugo un papel destacado en el pensamiento y en los escritos de los padres de la Iglesia y de muchos de los santos y teólogos del primer milenio. Sin embargo, el discernimiento le dio vía, de manera gradual, a un modelo jerárquico y autoritario de la dirección divina, dando, como resultado, que se convirtiera en algo exclusivo de los encargados de gobernar la Iglesia, quienes enseñaban a los demás, a la comunidad, lo que Dios quería que hicieran, y para los dirigentes espirituales que desempeñaban el mismo rol con sus discípulos, y se conformaban sumisamente. 1. ¿Qué instancia produce el cambio de énfasis en la actualidad? 2, ¿Porque somos nuevamente conscientes del énfasis de Pablo y Juan (y del mismo Jesús), en que cada cristiano escuche personalmente al Señor? Como lo señala Gordon Smith, esta no es una inquietud nueva, incluso para la Iglesia pos medieval y moderna. En esto, nuestros antepasados son Juan Wesley e Ignacio de Loyola (y en cierto grado, Martin Lutero y Juan Calvino). Pero, como también lo resalta Gordon de varias maneras, los planteamientos de los grandes reformadores del siglo XVI, quizás han sido más sobresalientes por la brecha que por la aplicación de su doctrina. Ha existido lo George Lane denomina (en el libro Christian Spirituality) un "fenómeno de la segunda generación": la institucionalización de un gran carisma religioso por los sucesores de los grandes reformadores —los de Wesley a través de los metodistas, y los de Ignacio a través de los jesuitas—. Por supuesto, esto no es nada nuevo. Los fariseos fueron criticados per el mismo Jesús debido a una razón similar, y no cabe la menor duda de que la segunda generación de los metodistas y jesuitas, en términos generales fueron personas piadosas y sinceras. Sin embargo, debemos observar las desviaciones, si queremos recapturar la esencia del discernimiento original. Gordon Smith, de la doctrina wesleyana, es un ministerio y administrador del seminario/universidad de la Alianza Cristiana y Misionera, que en la actualidad se desempeña como vicepresidente académico del Instituto Bíblico y del Seminario Teológico de Canadá en Regina, Saskatchewan. El argumenta come Wesley ha sido institucionalizado en el "método del vellón" y el "enfoque esquemático", en el descubrimiento de la voluntad de Dios para nosotros. Sin embargo, su propósito principal no es criticar, sino revivir para nosotros el hábito del discernimiento que fue tan fundamental para Juan Wesley, y para Ignacio de Loyola, a quien Gordon compara con Wesley en la excelente tesis doctoral presentada en la Escuela de Teología de Loyola en Manila, Filipinas. Esto lo hace de una manera tanto sólida como eminentemente práctica. Lo que tiene que decir, y el lenguaje con que lo expresa, le llegará en especial a sus hermanos protestantes. No obstante, al escribir esto, Gordon y yo estamos enseñando sobre el discernimiento, de manera conjunta, en un seminario de cinco días, en el Centro de Retiros Kings Fold en Cochrane, Alberta. Las mañanas son "católicas" y las tardes "protestantes". Como en este instante estamos en la tarde, yo lo escucho mientras expone sus opiniones sobre el capítulo siete de este libro y, de nuevo, aprecio lo sólido y practico de su planteamiento sobre el discernimiento. Mucho ha pasado en nuestras vidas desde cuando nos conocimos en 1984 en Manila, cuando le dicté cursos sobre el discernimiento y la espiritualidad apostólica. En este libro, el da testimonio del impacto positive que tuvo sobre su vida y percepción "mi padre en el Señor", Ignacio de Loyola, pues soy jesuita. En consecuencia, me he enriquecido en gran manera con la perspectiva de la reforma weslevana, la cual Gordon transmite ahora con los seminaristas de King's Fold, y comparte contigo en este libro. Por lo menos, para mí, esto es unidad eclesial en su máxima expresión; cada uno de nosotros compartiendo las riquezas de su propia fe, su propio conocimiento del misterio de Cristo. No "diluimos" o comprometemos nuestra propia visión, pero como los hombres ciegos de Buda que describen al elefante, somos inmensamente enriquecidos cuando escuchamos a otros, que tocan diferentes partes de nuestro infinito elefante y, por consiguiente, amplían nuestra "visión". Cualquiera que sea tu fe cristiana, deseo que toe enriquezcas igualmente durante el encuentro con Gordon T Smith. Thomas H. Green, C de J.